viernes, 9 de abril de 2010

Historia de una corta noche y una larga mañana


Bueno, primero introduzco el tema diciendo que para asegurar la privacidad de algunos de los miembros del piso, voy a cambiar el nombre real de la persona de la historia por "Jose". A continuación comenzaré este magnífico relato de una historia real que ha sucedido en nuestra querida morada.

Todo empezó cuando tuvimos la grata visita en el piso de un colega de la isla vecina, todos muy contentos, decidimos hacer lo que hacen los jovenzuelos en sus ratos libres de viernes por la noche, irnos a emborracharnos como señores. Alcohol en mano nos dirijimos a la zona de bares, todos nos lo pasabamos bien escuchando buena música, pero "Jose" ¡no supo controlarse! ¡pobre Jose!. Se puso a beber demasiado y no supo cuando parar, el chaval la agarró y no la soltó.

Ya sintiéndose mal, tuvieron que llevar al pobre Jose de vuelta al piso, de camino ya Jose sintió que algo no iba bien en sus entrañas.

- "Aquí va a salir algo gordo" - pensó sorprendiéndose de su estado.

Efectivamente Jose no estaba por mal camino, ya se iba oliendo la tostada el pobre chaval. En fin que no elijió peor momento para realizar tal violenta actividad que cuando estaba echado en la cama arropadito. He de decir que el baño del piso está a 2 metros cosa así del cuarto de Jose, añadiendo metro y medio más para la taza del bater, pues como él no estaba para esperar a llegar a su destino, decidió tomar la desición tomar como rango de acción todo el suelo del pasillo, el suelo del baño y el lavamanos.

Después del acto en cuestión Jose pensó "Bueno voy a limpiarlo ahora que mañana voy a tener un resacón del carajo", se dedicó ahí con mucho esfuerzo, trabajo, sudor y lágrimas a borrar sus huellas y tras largos e insufribles segundos, pensó "Que le den, a ver si lo limpia Berto o Toni de un casual". Y se fue tranquilo a descansar a la cama, ¡Cuando de repente! ¡Sintió algo frio en el costado al acostarse! Él no recordaba haber dejado rastro ninguno en la cama, pero allí se hallaba imperturbable, ante tal problema decidió tomar la mejor desición posible según sus condiciones, enrollarse en la manta inmaculada y seguir con lo que hacía.

Resultado de la historia, Jose tuvo que lavar el baño completamente, limpiar el pasillo y poner a lavar 3 veces en la lavadora las sábanas de la cama (y actualmente no están totalmente limpias todavía). Lo más risas fue que la colocadera que se cogió ese día fue a base de vodka negro, y en la lavadora que pusimos las sábanas, a mis espectaculares compañeros se les ocurrió meter ropa suya para aprovechar agüita, conclusión: Polos blancos y pantalones vaqueros manchados de vómito negro.

Ahora este fin de semana vendrán más visitas. ¡Pero Jose ya ha aprendido la lección! ahora tiene pensado dormir en la cama de algunos de sus compañeros para poder cargarle el muerto a otro (nunca mejor dicho).

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