viernes, 23 de abril de 2010

Una costumbre bastante fea


Bueno, como he dicho muchas veces, yo y mis compañeros de piso no somos de la isla en la que estudiamos, de vez en cuando, nos dejamos caer algún fin de semana que otro por Tenerife (para poder ver a nuestras queridas y amadas familias por supuesto). Hasta aquí todo es algo totalmente normal ¿no?, lo que ya no es normal, es un acto bastante feo que hemos convertido en costumbre cada vez que alguno se escapa de vuelta a casa.

Se trata de un acto barbárico que llama a la conducta más básica y antigua del hombre, la de tener que hacer algo y echarle el muerto a otro. Os voy a enseñar cual es el suceso del que hablo, lo resumiré en 3 sencillos pasos:

1º paso: Mira la hora a la que te tienes que ir a coger el barco/avión para tener calculado todo el tiempo que vas a necesitar en hacer la jugarreta, ya que, cada segundo que te quedes en tú casa/piso después de hacerla, corres el riesgo de que tus compañer@s se huelan la jugada y te salga el tiro por la culata.

2º paso: Ya que tienes calculado el tiempo unos 20 minutos antes de salir por la puerta desayuna, almuerza o cena llenando de mierda lo más posible el piso.

3º paso: ¡HUYE!

Y ya está amigos, le has dejado a tus compañeros el marrón de tener que lavar toda la suciedad que has provocado al comer. Esto no es un hecho nuevo precisamente, pero lo escribo justamente ahora, porque de paso, quiero mandarle un saludo a mis compañeros de piso que deben estar en Tenerife ahora mismo, y me han hecho la estafa que os acabo de contar.

Berto, Toni me cago en los dos. Un saludo, me voy a fregar...

miércoles, 14 de abril de 2010

viernes, 9 de abril de 2010

Historia de una corta noche y una larga mañana


Bueno, primero introduzco el tema diciendo que para asegurar la privacidad de algunos de los miembros del piso, voy a cambiar el nombre real de la persona de la historia por "Jose". A continuación comenzaré este magnífico relato de una historia real que ha sucedido en nuestra querida morada.

Todo empezó cuando tuvimos la grata visita en el piso de un colega de la isla vecina, todos muy contentos, decidimos hacer lo que hacen los jovenzuelos en sus ratos libres de viernes por la noche, irnos a emborracharnos como señores. Alcohol en mano nos dirijimos a la zona de bares, todos nos lo pasabamos bien escuchando buena música, pero "Jose" ¡no supo controlarse! ¡pobre Jose!. Se puso a beber demasiado y no supo cuando parar, el chaval la agarró y no la soltó.

Ya sintiéndose mal, tuvieron que llevar al pobre Jose de vuelta al piso, de camino ya Jose sintió que algo no iba bien en sus entrañas.

- "Aquí va a salir algo gordo" - pensó sorprendiéndose de su estado.

Efectivamente Jose no estaba por mal camino, ya se iba oliendo la tostada el pobre chaval. En fin que no elijió peor momento para realizar tal violenta actividad que cuando estaba echado en la cama arropadito. He de decir que el baño del piso está a 2 metros cosa así del cuarto de Jose, añadiendo metro y medio más para la taza del bater, pues como él no estaba para esperar a llegar a su destino, decidió tomar la desición tomar como rango de acción todo el suelo del pasillo, el suelo del baño y el lavamanos.

Después del acto en cuestión Jose pensó "Bueno voy a limpiarlo ahora que mañana voy a tener un resacón del carajo", se dedicó ahí con mucho esfuerzo, trabajo, sudor y lágrimas a borrar sus huellas y tras largos e insufribles segundos, pensó "Que le den, a ver si lo limpia Berto o Toni de un casual". Y se fue tranquilo a descansar a la cama, ¡Cuando de repente! ¡Sintió algo frio en el costado al acostarse! Él no recordaba haber dejado rastro ninguno en la cama, pero allí se hallaba imperturbable, ante tal problema decidió tomar la mejor desición posible según sus condiciones, enrollarse en la manta inmaculada y seguir con lo que hacía.

Resultado de la historia, Jose tuvo que lavar el baño completamente, limpiar el pasillo y poner a lavar 3 veces en la lavadora las sábanas de la cama (y actualmente no están totalmente limpias todavía). Lo más risas fue que la colocadera que se cogió ese día fue a base de vodka negro, y en la lavadora que pusimos las sábanas, a mis espectaculares compañeros se les ocurrió meter ropa suya para aprovechar agüita, conclusión: Polos blancos y pantalones vaqueros manchados de vómito negro.

Ahora este fin de semana vendrán más visitas. ¡Pero Jose ya ha aprendido la lección! ahora tiene pensado dormir en la cama de algunos de sus compañeros para poder cargarle el muerto a otro (nunca mejor dicho).

domingo, 31 de enero de 2010

El efecto bola de nieve

Muchas son las cosas místicas que suceden en nuestro piso, sucesos sin explicación que nadie sabe como llegan realmente a pasar. ¿Habrá espíritus o fantasmas en el piso?¿Algún tipo de energía cósmica?¿Puertas a otra dimensión? y lo que más me intriga ¿Podríamos mandar la exclusiva a cuarto milenio y sacarnos unas perras?. Todo es un misterio. Esto viene a que me acabo de dar cuenta de que hay un evento en especial que me ha llamado la atención últimamente, ¡y nunca antes lo había visto!, lo he bautizado como "El efecto bola de nieve".


Fue el otro día cuando me percaté de él, habíamos cumplido ya varias veces la gran odisea que conlleva poner la lavadora (eso ya lo comentaré en otra entrada) ese asunto estaba más que dominado. Con la cosa de las lluvias de navidad y tal salir a tender la ropa en el tendedero no era una opción viable, osea pensamos "bueno dejamos la ropa encima de la silla y ya cuando pare de llover ponemos la ropa", con lo que dejamos una bola de ropa encima de la silla. Aquí viene lo misterioso, resulta que ¿cómo no? nadie iba por iniciativa propia a ocuparse del asunto de la ropa cuando el tiempo estaba bueno, pero, seguiamos poniendo a lavar la ropa sucia en la lavadora. Yo supongo que debido al amontonamiento de la ropa encima una de la otra y junto con algún tipo de reacción química del detergente, sucedió que al pasar los días la bola de ropa inicial comenzó a evolucionar, mutando en un ser superior, creciendo y creciendo hasta nieveles insospechados, todavía no se como la pobre silla aguantó el peso de toda esa ropa mojada.

Yo le había cogido cariñito a la bola de ropa, le daba un olor "característico" al piso, estuve pensando en ponerle nombre y todo, pero ya cuando la bola era tan grande que molestaba al salir y entrar del piso me armé de valor y pensé "Voy a tener que hacer algo con esto, es la selección natural, se trata de la bola de o de mi" había tomado una desición clara y nada me iba a detener. Cogí mis cosas y volví a mi casa en Tenerife con mi madre por el periodo de exámenes, dejándole el marrón a mis compañeros de piso. No fue una desición muy valiente la verdad, pero el que huye vive para luchar otro día, o para volver a huir...